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2MC001001 “A los hermanos judíos que viven en Egipto, los saludan sus hermanos judíos que están en Jerusalén y en la región de Judea, deseándoles paz y felicidad. 2MC001002 Que Dios los llene de bienes y recuerde su alianza con Abraham, Isaac y Jacob, sus fieles servidores. 2MC001003 Que dé a todos corazón para adorarlo y cumplir su voluntad con gran generosidad y con ánimo sincero, 2MC001004 que les abra el corazón a su ley y a sus preceptos y les dé la paz. 2MC001005 Que escuche sus súplicas y se reconcilie con ustedes y no los abandone en tiempo de desgracia. 2MC001006 Esto es lo que estamos ahora pidiendo por ustedes. 2MC001007 El año ciento sesenta y nueve, siendo rey Demetrio, nosotros los judíos les escribimos en el peor momento de las pruebas que estábamos soportando en esos años. Y les decíamos: “Jasón sus partidarios han traicionado la causa de la Tierra Santa del Reino, 2MC001008 quemaron las puertas del Templo derramaron sangre inocente. Pero suplicamos al Señor hemos sido escuchados. 2MC001009 Hemos ofrecido un sacrificio con flor de harina, hemos encendido las lámparas presentado los panes. Por eso ahora les escribimos para que celebren la fiesta de las Tiendas en el mes de Casleu, de este año ciento ochenta ocho.” 2MC001010 Los habitantes de Jerusalén y Judea, sus Ancianos y Judas saludan y desean prosperidad a Aristóbulo, profesor del rey Tolomeo, de la raza de los sacerdotes ungidos, y a los judíos que están en Egipto. 2MC001011 Salvados por Dios de grandes peligros, le damos gracias porque nos vino en ayuda contra el propio rey. 2MC001012 El mismo derribó a los que combatían contra la Ciudad Santa; 2MC001013 su jefe partió para Persia con un ejército al parecer invencible, pero los sacerdotes de la diosa Nanea le tendieron una trampa y lo mataron en su templo. 2MC001014 Antíoco, y con él sus amigos, llegaron a ese lugar con el pretexto de desposarse con la diosa, pero querían apoderarse a título de dote de sus grandes riquezas. 2MC001015 Los sacerdotes de Nanea las expusieron y él se presentó con unas pocas personas en el recinto sagrado. Pero, en cuanto entró Antíoco, cerraron el templo. 2MC001016 Abrieron la puerta secreta en el techo y, a pedradas, aplastaron al jefe. Descuartizaron los cadáveres y, cortándoles las cabezas, las arrojaron a los que estaban fuera. 2MC001017 En todo esto sea bendito nuestro Dios, que ha entregado los impíos a la muerte. 2MC001018 Estando a punto de celebrar el día de Casleu la Purificación del Templo, nos ha parecido conveniente informarlos para que también ustedes celebren la fiesta de las Tiendas y recuerden el fuego aparecido cuando Nehemías, el que construyó el Templo y el altar, ofreció sacrificios. 2MC001019 Pues, cuando nuestros padres fueron llevados a Persia, los sacerdotes piadosos de entonces tomaron brasas del altar y las escondieron secretamente en el fondo de un pozo seco, con tanta cautela que el lugar quedó ignorado de todos. 2MC001020 Pasados muchos años, cuando a Dios le pareció bien, Nehemías, despedido por el rey de Persia, mandó que los descendientes de los sacerdotes que habían escondido el fuego, lo fueran a buscar. Pero, como ellos informaron que no habían encontrado fuego, sino un líquido espeso, 2MC001021 él les mandó que lo sacaran y trajeran. Cuando dispuesto el sacrificio sobre el altar, Nehemías mandó a los sacerdotes que rociaran con aquel líquido la leña y lo que habían colocado sobre ella. 2MC001022 Cumplida la orden y pasado algún tiempo, el sol, que antes estaba nublado, volvió a brillar y se encendió una llama tan grande que todos quedaron maravillados. 2MC001023 Mientras se consumía el sacrificio, los sacerdotes rezaban y, con ellos, todos los asistentes; Jonatán comenzaba y los demás, con Nehemías, respondían. 2MC001024 La oración era la siguiente: “Señor, Señor Dios, creador de todo, temible y fuerte, justo y misericordioso, tú, rey único y bueno, 2MC001025 tú, solo generoso, solo justo, todopoderoso y eterno, que salvas a Israel de todo mal, que elegiste a nuestros padres y los santificaste, 2MC001026 acepta este sacrificio por todo tu pueblo Israel. Guarda tu heredad y santifícala. 2MC001027 Reúne a los nuestros dispersos, da libertad a los que están esclavizados entre las naciones, vuelve tus ojos a los despreciados y humillados, para que conozcan los paganos que tú eres nuestro Dios. 2MC001028 Reprime a los que nos oprimen, nos insultan y nos tratan con desprecio. 2MC001029 Planta a tu pueblo en tu lugar santo, como dijo Moisés.” 2MC001030 Los sacerdotes cantaban los himnos. Cuando se consumieron las víctimas del sacrificio, 2MC001031 Nehemías mandó derramar el líquido sobrante sobre unas grandes piedras. 2MC001032 Hecho esto, se encendió una llamarada, pero fue vencida por el resplandor de la llamarada del altar, y se apagó. 2MC001033 El hecho se divulgó y se dijo al rey de los persas que en el lugar donde los sacerdotes deportados habían escondido el fuego, había aparecido aquel líquido con el que los compañeros de Nehemías habían quemado el sacrificio. 2MC001034 Entonces el rey, después de comprobar tal hecho, mandó levantar una cerca y decretó que sería lugar sagrado. 2MC001035 El rey daba ese líquido a quienes quería favorecer, y ellos se lo retribuían con regalos. 2MC001036 Los compañeros de Nehemías llamaron a aquel lugar “Neftar”, que significa purificación, pero muchos lo siguieron llamando “Nafta”. 2MC002001 Se encuentra en los archivos que el profeta Jeremías mandó a los desterrados que tomaran el fuego, como ya lo dijimos. 2MC002002 Los exhortó, entregándoles la Ley, a que no olvidaran los preceptos de Dios y no se dejaran deslumbrar por los ídolos de oro y plata y todos sus adornos. 2MC002003 Les habló muchas cosas parecidas exhortándolos a no perder nunca el amor a la Ley. 2MC002004 Se dice también en estos escritos del pasado que el profeta Jeremías, obedeciendo a órdenes del Cielo, se hizo acompañar por el Arca de la Alianza con su toldo y fue al cerro donde Moisés había subido y desde el cual había contemplado la tierra prometida. 2MC002005 Allí Jeremías encontró una caverna; metió en ella el Arca, el toldo que la cubría y el altar del incienso y luego tapó la entrada con piedras. 2MC002006 Algunos de los que lo seguían volvieron para señalar el camino, pero ya no pudieron encontrarla. 2MC002007 Al saberlo, Jeremías se lo reprochó y añadió: “Este lugar quedará secreto hasta que Dios tenga compasión de su pueblo disperso y lo reúna. 2MC002008 Entonces el Señor mostrará de nuevo estos objetos y su Gloria se manifestará con la nube, igual que se manifestó en tiempos de Moisés y cuando Salomón pidió a Dios que viniera a consagrar su casa.” 2MC002009 Se explica también que Salomón, inspirado por su sabiduría, ofreció el sacrificio de la dedicación y de la terminación del Templo. 2MC002010 Y así como había bajado fuego del cielo por la oración de Moisés, para consumir las ofrendas y la víctima sacrificada, lo mismo, por la oración de Salomón, bajó fuego del cielo y consumió la víctima. 2MC002011 Y se cumplió lo dicho por Moisés: “Ya que la víctima por el pecado no fue comida, la consumió el fuego.” 2MC002012 Salomón celebró igualmente los ocho días de la fiesta. 2MC002013 Este hecho se leía también en los archivos y en las Memorias del tiempo de Nehemías. Ahí contaban que Nehemías inició una biblioteca y reunió los libros referentes a los reyes y a los profetas, los de David y las cartas de los reyes relativas a las ofrendas. 2MC002014 De igual modo Judas acaba de reunir todos los libros dispersos a consecuencia de la guerra que sufrimos, los cuales están en nuestras manos. 2MC002015 Por tanto, cuando los necesiten, manden a alguien que los venga a buscar. 2MC002016 Estando a punto de celebrar la fiesta de la Purificación del Templo, les decimos que harán bien en celebrar asimismo ustedes estas fiestas. 2MC002017 Pues Dios acaba de salvar a todo su pueblo y de devolver a todos la tierra de su herencia; nos ha permitido recuperar su reino y el Templo, y restablecer el culto que se le da en ese Templo, como nos lo tenía ordenado en su Ley. 2MC002018 El mismo Dios, como esperamos, se apiadará pronto de nosotros y nos reunirá de todas partes en el Lugar Santo, pues nos ha sacado de grandes males y ha purificado este Lugar.” 2MC002019 La historia de Judas Macabeo y de sus hermanos ha sido escrita por Jasón de Cirene. Relató la Purificación del templo del Altísimo, la dedicación del altar, 2MC002020 las guerras contra Antíoco Epífanes y su hijo Eupátor, 2MC002021 y las manifestaciones celestiales en favor de los que combatieron viril y gloriosamente por el judaísmo. Siendo pocos, liberaron a todo el país e hicieron huir a muchedumbres de extranjeros, 2MC002022 recuperaron el Templo famoso en todo el mundo, liberaron la ciudad y restablecieron las leyes que estaban a punto de ser abolidas, pues el Señor les fue propicio con toda bondad. 2MC002023 Todo esto, expuesto en cinco libros por Jasón de Cirene, intentaremos nosotros resumirlo en uno solo. 2MC002024 Pues comprobamos que estos libros contienen muchísimas cifras y sabemos que, a los que quieren estudiar la historia, se les hace difícil informarse de tantos hechos; 2MC002025 por lo tanto, nos hemos preocupado por ofrecer algo atractivo a los que deseen leer, facilidad a los que quieran aprenderlo de memoria, 2MC002026 y provecho a cualquiera que lo lea. Para que nos hemos encargado del trabajo penoso de este resumen, no ha sido una obra fácil, sino que nos ha costado harto hacerla, 2MC002027 lo mismo que no resulta nada fácil preparar un banquete que sea del gusto de todos. Pero hacemos como el organizador del banquete y soportamos con gusto esta fatiga para complacer a otros. 2MC002028 Dejamos, pues, al historiador la tarea de narrar con exactitud todas las cosas y nos ceñimos a los grandes rasgos de un sencillo resumen. 2MC002029 Pues, así como el arquitecto de una casa nueva tiene que preocuparse de toda la construcción, en tanto que los pintores y decoradores sólo se preocupan de lo que se refiere a su oficio, así es lo que nos sucede a nosotros. 2MC002030 Analizar los pormenores, debatir los puntos discutibles, dedicar mucho tiempo a los detalles, corresponde al historiador; 2MC002031 pero al que intenta adaptarla se le permite resumir y no presentar una narración completa de los hechos. 2MC002032 Vamos, pues, a empezar la narración sin alargar lo dicho anteriormente, pues sería absurdo alargarse en lo que precede la historia y ser breves en la narración de la historia misma. 2MC003001 Mientras la Ciudad Santa gozaba de una paz completa y las leyes eran observadas lo mejor posible, gracias a la piedad del sumo sacerdote Onías y su repudio a toda maldad, 2MC003002 hasta los reyes honraban el Lugar Santo y lo enriquecían con magníficos regalos; 2MC003003 así, por ejemplo, Seleuco, rey de Asia, pagaba de su dinero los gastos de los sacrificios. 2MC003004 Pero un tal Simón, sacerdote de la tribu de Bilgá, administrador del Templo, se enemistó con el Sumo Sacerdote porque decía que a él le correspondía la fiscalización de los mercados de la ciudad. 2MC003005 No pudiendo vencer a Onías, se fue a Apolonio de Tarso, gobernador de Celesiria y Fenicia, 2MC003006 y le comunicó que el tesoro de Jerusalén estaba repleto de riquezas incontables, que había allí una cantidad inmensa de dinero, que nada tenía que ver con los gastos que demandaban los sacrificios, y era fácil que todo eso llegara a manos del rey. 2MC003007 Apolonio se entrevistó con el rey y lo informó de las citadas riquezas; éste mandó a Heliodoro, encargado de sus negocios, con una carta que lo autorizaba para trasladar aquellos tesoros. 2MC003008 Heliodoro se puso pronto en camino, simulando que iba a visitar la Celesiria y la Fenicia, pero con el propósito de ejecutar las órdenes del rey. 2MC003009 Llegado a Jerusalén, fue recibido amigablemente por la ciudad y el Sumo Sacerdote, al que informó de la denuncia que habían hecho. Hizo saber el motivo de su visita, preguntando si las cosas eran realmente así. 2MC003010 El Sumo Sacerdote explicó que se trataba de unos depósitos pertenecientes a huérfanos y viudas. 2MC003011 Una parte pertenecía a Hircano, hijo de Tobías, personaje de muy alta posición, al que también alcanzaban estas calumnias. De todas maneras, el tesoro era de cuatrocientos talentos de plata y doscientos de oro. 2MC003012 En fin, Onías mostró que era del todo imposible defraudar a los que habían puesto su confianza en la santidad del Lugar y en la majestad inviolable de aquel Templo venerado en todo el mundo. 2MC003013 Pero Heliodoro, siguiendo las órdenes reales, sostenía que todos aquellos tesoros debían pasar a manos del rey. 2MC003014 En el día señalado para proceder a hacer el inventario, reinaba en toda la ciudad una gran conmoción. 2MC003015 Los sacerdotes estaban ante el altar con sus vestiduras sagradas y suplicaban al Cielo: el que había dado la ley sobre los bienes en depósito, debía conservarlos para quienes los habían depositado. 2MC003016 No se podía mirar el rostro del Sumo Sacerdote sin quedar impresionado, pues su aspecto y su palidez demostraban la angustia de su alma. 2MC003017 Le invadía una especie de temor que le hacía temblar de pies a cabeza, mostrando a quienes lo observaban el dolor de su corazón. 2MC003018 De las casas salía la gente en tropel con gran confusión para suplicar todos juntos por el Lugar Santo, que iba a ser profanado. 2MC003019 Las mujeres, ceñidas de saco desde los pechos, llenaban la calle. Las más jóvenes, que no debían todavía salir a la calle, unas corrían hacia las puertas, otras subían a los muros y otras se asomaban por las ventanas. 2MC003020 Todas, levantando las manos al cielo, tomaban parte en la súplica. 2MC003021 Uno se sentía conmovido al ver aquella muchedumbre postrada desordenadamente en tierra y al Sumo Sacerdote muy angustiado. 2MC003022 Mientras ellos suplicaban al Señor Todopoderoso para que guardara intactos y seguros los depósitos del Templo para aquellos que los habían entregado, 2MC003023 Heliodoro comenzó a ejecutar lo que había decidido. Estaba con su guardia junto al Tesoro, 2MC003024 cuando el Señor de los Espíritus y de todo poder hizo que se produjera una gran manifestación, y todos los que con Heliodoro se habían atrevido a acercarse, pasmados ante el poder de Dios, quedaron sin fuerza ni coraje. 2MC003025 Se les apareció un caballo con una riquísima montura y, sobre él, un terrible jinete; lanzándose con ímpetu levantó contra Heliodoro sus patas delanteras. El jinete parecía tener armadura de oro. 2MC003026 Aparecieron también dos jóvenes robustos y muy hermosos, magníficamente vestidos, que, poniéndose a ambos lados de Heliodoro, lo azotaban sin cesar, moliéndolo a golpes. 2MC003027 Heliodoro cayó en tierra envuelto en una gran oscuridad; entonces lo tomaron y lo llevaron en una camilla. 2MC003028 Así fue sacado, incapaz de poderse valer por sí mismo, aquel que poco antes había entrado orgulloso con gran séquito y escolta en el tesoro. Todos reconocieron claramente el poder de Dios 2MC003029 A consecuencia de la intervención divina se quedó mudo y no tenía esperanza de salvar su vida. 2MC003030 Los judíos, mientras tanto, bendecían al Señor, que había llenado de gloria su Lugar Santo. El Templo, poco antes inundado de temor y miedo, se llenó de gozo y alegría por la extraordinaria manifestación de Dios. 2MC003031 Luego, algunos de los familiares de Heliodoro pidieron a Onías que invocara al Altísimo para que El concediera la gracia de vivir al que estaba como muerto. 2MC003032 El Sumo Sacerdote, por su parte, temía que el rey sospechara alguna maquinación de los judíos contra Heliodoro, y ofreció un sacrificio por su salud. 2MC003033 Mientras el Sumo Sacerdote ofrecía el sacrificio de expiación, se aparecieron otra vez a Heliodoro los mismos jóvenes, vestidos de la misma manera, y poniéndose ante él le dijeron: “Da gracias al Sumo Sacerdote Onías, pues por él te concede el Señor la gracia de vivir; 2MC003034 y tú, que has sido azotado por orden del Cielo, haz saber a todos la grandeza del poder de Dios.” Dicho esto, desaparecieron. 2MC003035 Heliodoro, después de ofrecer al Señor un sacrificio y de orar largamente a Aquel que le había perdonado la vida, se despidió de Onías y volvió con sus guardias donde el rey. 2MC003036 Allí empezó a dar testimonio de las obras del Dios Altísimo, que había visto con sus propios ojos. 2MC003037 El rey preguntó a Heliodoro a quién podría mandar de nuevo a Jerusalén para realizar lo que él no había hecho. 2MC003038 Heliodoro le respondió: “Si tienes algún enemigo a quien quieras eliminar, envíalo allá y lo verás regresar maltrecho, si es que puede regresar, pues seguramente hay un poder divino en ese lugar. 2MC003039 El mismo que habita en el cielo lo vigila y lo guarda, hiriendo de muerte a quienes penetran en él para profanarlo.” 2MC003040 Esto es lo que ocurrió a Heliodoro y así fue como se salvó el tesoro. 2MC004001 Simón, antes mencionado, delator de los tesoros del Templo y traidor a la patria, calumniaba a Onías como si él hubiera maquinado lo que había espantado a Heliodoro y fuera la causa de lo que andaba mal. 2MC004002 Incluso se atrevió a acusar de conspirador contra el estado al que era el mayor bienhechor de la ciudad, defensor de sus compatriotas y celoso observante de las leyes. 2MC004003 La enemistad entre ellos vino a ser tal, que incluso partidarios de Simón cometieron crímenes. 2MC004004 Onías vio los peligros que entrañaba aquella rivalidad intolerable; incluso Apolonio, hijo de Menesteo, gobernador de Celesiria y Fenicia, instigaba a Simón al mal. Por eso fue donde el rey, 2MC004005 no para acusar a sus conciudadanos, sino por el bien de toda la nación, 2MC004006 pues veía que era imposible pacificar la situación y detener las locuras de Simón sin la intervención del rey. 2MC004007 Cuando el rey Seleuco dejó la presente vida, su hijo Antíoco, por sobrenombre Epífanes, le sucedió en el trono. Entonces Jasón, hermano del sumo sacerdote Onías, usurpó su puesto, 2MC004008 después de prometer al rey, en una conversación, trescientos sesenta talentos de plata y ochenta de otras rentas. 2MC004009 Se comprometió, además, a firmar el pago de otros ciento cincuenta, si le daba facultad para instalar por su cuenta un gimnasio y un centro para la promoción cultural de la juventud y para conceder a varios habitantes de Jerusalén los derechos de Ciudadanos antioquenos. 2MC004010 Con el consentimiento del rey y con el poder en su mano pronto fue arrastrando a sus compatriotas a las costumbres de los griegos. 2MC004011 Renunció a los privilegios que los reyes habían concedido a los judíos por medio de Juan, padre de Eupólemo, el que hizo la embajada de amistad y alianza de romanos y judíos; suprimió las instituciones legítimas e introdujo costumbres nuevas contrarias a la Ley. 2MC004012 Así, pues, muy gustoso fundó un gimnasio bajo la misma fortaleza e indujo a lo mejor de la juventud a educarse al modo griego. 2MC004013 El paganismo se propagó por la influencia de Jasón, que tenía más de impío que de Sumo Sacerdote. Las griegas estaban tan de moda, 2MC004014 que los sacerdotes ya no demostraban interés por el servicio del altar. Despreciaban el Santuario y descuidaban los sacrificios, y, en cuanto empezaba el lanzamiento del disco, 2MC004015 corrían al estadio para tomar parte en competencias atléticas prohibidas por la Ley. No apreciaban en nada los usos de sus padres y tenían por muy superiores los valores de los griegos. 2MC004016 Con esto se pusieron a sí mismos en una situación difícil, pues aquellos que tomaban como modelos y cuyas costumbres querían imitar en todo vinieron a ser sus enemigos y tiranos. 2MC004017 Porque no se violan impunemente las leyes divinas; el período siguiente lo manifestará. 2MC004018 Cuando se celebraron en Tiro los juegos quinquenales, en presencia del rey, 2MC004019 el criminal Jasón envió como representantes a algunos “ciudadanos antioquenos”, de los habitantes de Jerusalén y les encargó trescientas dracmas de plata destinadas al sacrificio a Heracles. Estos representantes, al llegar, expresaron que no convenía emplear el dinero en este sacrificio y pidieron que se gastara en otras cosas. 2MC004020 A la sola iniciativa de ellos se debió que aquel dinero, enviado para el sacrificio a Heracles, se empleara en la construcción de trirremes. 2MC004021 Antíoco había enviado a Egipto a Apolonio, hijo de Menesteo, para representarlo en la entronización del rey Filometor. Cuando Antíoco supo que aquél se había convertido en su adversario político, se preocupó de su seguridad; por eso, pasando por Jafa, se presentó en Jerusalén. 2MC004022 Fue muy bien recibido por Jasón y por toda la ciudad, e hizo su entrada entre aclamaciones y antorchas. Después se fue con sus tropas a Fenicia. 2MC004023 Tres años después, Jasón envió a Menelao, hermano del ya mencionado Simón, para llevar el dinero al rey y gestionar la negociación de asuntos urgentes. 2MC004024 Menelao se hizo presentar al rey, a quien impresionó por su aire de persona de autoridad, y logró el cargo de Sumo Sacerdote, ofreciendo trescientos talentos de plata más que Jasón. 2MC004025 Así, provisto del mandato real, regresó sin nada digno de un sumo sacerdote, sino más bien con el furor de un cruel tirano y la rabia de una fiera salvaje. 2MC004026 Jasón, que, por su parte, había usurpado el cargo a su hermano, ahora suplantado por otro, tuvo que huir al país de Ammán. 2MC004027 Menelao tenía el poder, pero nada pagaba del dinero prometido al rey, 2MC004028 aunque Sóstrato, comandante de la fortaleza, se lo reclamaba, pues el rey lo había encargado de cobrar los impuestos. Así que el rey mandó a llamar a ambos. 2MC004029 Menelao dejó como su reemplazante a su hermano Lisímaco, y Sóstrato a Crates, jefe de los chipriotas. 2MC004030 Mientras tanto, sucedió que los habitantes de Tarso y de Malos se sublevaron porque sus ciudades fueron cedidas como regalo a Antióquida, concubina del rey. 2MC004031 Inmediatamente, partió el rey para restablecer el orden, dejando en su lugar a Andrónico, uno de sus ministros. 2MC004032 Menelao pensó aprovechar aquella oportunidad, y robó algunos objetos de oro del Templo, que regaló a Andrónico; también logró vender otros en Tiro y en las ciudades de los alrededores. 2MC004033 Cuando Onías ya no pudo dudar de lo que había hecho Menelao, se refugió en Dafne, cerca de Antioquía, lugar de asilo, y desde allí lo denunció. 2MC004034 Por esto, Menelao, a solas con Andrónico, lo incitaba a que acabara con Onías. Andrónico fue donde Onías y se ganó con engaño su confianza, estrechando su mano y dándole la mano con juramento; persuadió a Onías, aunque a éste no le faltaban sospechas, a salir de su refugio, e inmediatamente le dio muerte, sin respeto alguno de la justicia. 2MC004035 Por este motivo, no sólo los judíos sino también gente de otra nacionalidad se indignaron y se apenaron por el injusto asesinato de aquel hombre. 2MC004036 Cuando el rey volvió de las regiones de Celesiria, los judíos de Jerusalén, junto con los griegos que eran partidarios de la justicia, fueron a verlo para quejarse por el asesinato de Onías. 2MC004037 El rey se conmovió y se puso triste, e incluso lloró al recordar la personalidad y la noble conducta del difunto. 2MC004038 Se enojó con Andrónico y le quitó inmediatamente su cargo. Luego ordenó que le rasgaran las ropas y lo condujeran, atravesando toda la ciudad, hasta el lugar donde había cometido el asesinato de Onías, y allí mismo ordenó que le echaran fuera de este mundo, dándole así Dios la pena merecida. 2MC004039 Lisímaco cometió muchos robos sacrílegos en Jerusalén con el consentimiento de Menelao, y, como la cosa se supo, la multitud se amotinó contra Lisímaco, después que muchos objetos de oro ya habían salido de la ciudad. 2MC004040 Cuando Lisímaco vio al pueblo sublevado y enfurecido, armó tres mil hombres e inició la represión violenta, poniendo por jefe a un tal Aurano, hombre ya de edad y de muy poca cabeza. 2MC004041 Atacado, pues, por la gente de Lisímaco, el pueblo reaccionó con piedras y palos, e incluso recogían puñados de ceniza que allí había, arrojándola contra los hombres de Lisímaco. 2MC004042 De esta manera, hirieron a muchos de ellos, mataron a algunos, y al resto lo pusieron en fuga. En cuanto al ladrón sacrílego Lisímaco, lo ajusticiaron junto al tesoro. 2MC004043 A propósito de estos hechos se hizo un proceso contra Menelao. 2MC004044 Cuando el rey llegó a Tiro, tres hombres enviados por el consejo de Ancianos de Jerusalén, le dieron cuenta de aquellas crueldades. 2MC004045 Viéndose perdido, Menelao prometió una gran cantidad de dinero a Tolomeo, hijo de Dorímenes, para que dispusiera al rey en su favor. 2MC004046 Así, pues, Tolomeo, llevando al rey aparte, a una galería, como para tomar el fresco, lo hizo cambiar de parecer, 2MC004047 de modo que absolvió de todas las acusaciones a Menelao, el causante de todos los males. Más aún, condenó a muerte a sus infelices acusadores que hubieran sido absueltos, aun cuando los hubiera juzgado un tribunal de bárbaros. 2MC004048 Inmediatamente fueron ejecutados los que habían defendido la causa de la ciudad, del pueblo y los vasos sagrados. 2MC004049 Por este motivo, algunos tirios, indignados contra aquel crimen, les prepararon magníficos funerales. 2MC004050 Menelao quedó en el poder, gracias a la corrupción de los gobernantes, cada vez más criminal, convertido en tirano de su pueblo. 2MC005001 Por esta época, Antíoco preparaba una segunda expedición a Egipto. 2MC005002 Sucedió que durante cerca de cuarenta días aparecieron en toda la ciudad, corriendo por los aires, jinetes vestidos de oro, tropas armadas y formadas en escuadrones, espadas desenvainadas, 2MC005003 escuadrones de caballería en orden de batalla, ataques y cargas de una y otra parte, movimientos de escudos, muchas lanzas, flechas, lanzazos, resplandor de armaduras y corazas de toda clase. 2MC005004 Todos suplicaban que aquellas apariciones anunciaran algo bueno. 2MC005005 Al correrse el falso rumor de que Antíoco había muerto, Jasón, reuniendo unos diez mil hombres, asaltó de improviso la ciudad. Se defendieron desde las murallas, pero una vez tomadas éstas, toda la ciudad cayó en manos de Jasón, mientras que Menelao se refugió en la fortaleza. 2MC005006 Jasón hizo una cruel matanza de sus conciudadanos, sin darse cuenta que las victorias contra los de su propia nación son la mayor derrota; creía triunfar sobre enemigos cuando, en realidad, eran los de su pueblo. 2MC005007 Pero no pudo mantenerse en el poder y, sin haber logrado otra cosa que su propia vergüenza, tuvo que huir de nuevo a la tierra de Ammán. 2MC005008 Por último, tuvo un final desastroso; acusado ante Aretas, rey de los árabes, huyendo de ciudad en ciudad, perseguido por todos, despreciado como renegado de las leyes y odiado como verdugo de la patria y de sus conciudadanos, fue desterrado a Egipto. 2MC005009 Y él, que había desterrado de la patria a muchos, murió en el destierro, pues fue hasta Lacedemonia buscando allí protección por razón del parentesco que esa gente tiene con nuestro pueblo. 2MC005010 El, que había privado de sepultura a tantos, murió sin que nadie llorase por él; no recibió honras fúnebres ni tuvo un lugar en el sepulcro de sus padres. 2MC005011 Cuando esos sucesos llegaron a noticia del rey, pensó que toda Judea se había sublevado. Se puso furioso y, saliendo de Egipto, vino a tomar Jerusalén por las armas. 2MC005012 Mandó a sus soldados que matasen sin compasión a cuantos encontraran y degollaran también a todos los que se refugiaran en sus casas. 2MC005013 Perecieron jóvenes y viejos; fueron asesinados hombres, mujeres y niños y pasaron por la espada tanto a niños de pecho como a muchachos. 2MC005014 En sólo tres días hubo ochenta mil víctimas; cuarenta mil perecieron en la matanza y otros tantos fueron vendidos como esclavos. 2MC005015 No contento con esto, Antíoco se atrevió a entrar en el Templo más santo de toda la tierra, guiado por Menelao, el traidor a las leyes y a la patria. 2MC005016 Con sus manos manchadas tomó los vasos sagrados y arrebató con sus manos profanas los objetos que otros reyes habían regalado para gloria y honor del Templo. 2MC005017 Pero, al actuar Antíoco en forma tan insolente, no sabía que el Señor lo dejaba profanar su Templo para castigar a los habitantes de la ciudad, porque sus pecados lo habían hecho enojarse. 2MC005018 Pues, si la ciudad no hubiera sido tan pecadora, Antíoco habría sido flagelado apenas entró, como lo fue Heliodoro, enviado por Seleuco para robar el tesoro; también él se habría arrepentido de su osadía. 2MC005019 Pero no había escogido Dios al pueblo para el Templo, sino el Templo para la nación. 2MC005020 Por esto, también el Templo ha participado de las desgracias de la nación, así como después participó de su restauración, y tras haber sido abandonado en el tiempo de la ira de Dios, de nuevo fue restablecido en su gloria cuando se apaciguó el Señor Altísimo. 2MC005021 Antíoco, llevando consigo mil ochocientos talentos que había robado del Templo, partió rápidamente para Antioquía, tan orgulloso que se hubiera creído capaz de navegar por tierra y andar a pie por el mar. 2MC005022 Al marchar, dejó ministros suyos para reprimir a nuestra raza. En Jerusalén, a Filipo, de origen frigio y de modales más bárbaros que el que lo había puesto. En Garizim, a Andrónico, y a éstos hay que añadir a Menelao, que los ganaba por su odio a sus conciudadanos; 2MC005023 sí, este hombre tenía odio enorme a sus hermanos judíos. 2MC005024 Además Antíoco envió a Apolonio, con un ejército de veintidós mil soldados, con orden de degollar a todos los hombres de edad adulta y de vender a las mujeres y los niños. 2MC005025 Llegando a Jerusalén, simulando paz, esperó hasta el día sagrado del sábado. Entonces sorprendió a los judíos en su descanso. Ordenó a sus ayudantes que hicieran un desfile militar, 2MC005026 y mató a todos los que habían ido a ver el espectáculo. Recorriendo las calles, los soldados mataron una gran muchedumbre. 2MC005027 Judas Macabeo, sin embargo, y con él otros diez, se habían retirado al desierto, aceptando compartir la vida de los animales salvajes. Allí se alimentaban con puras legumbres, pues no querían comer carnes impuras. 2MC006001 Poco tiempo después, el rey envió a Geronte, el Ateniense, con el fin de obligar a los judíos a dejar las leyes paternas y a no vivir más según las leyes de Dios. 2MC006002 Además, debían profanar el templo de Jerusalén, dedicándolo a Dios Olímpico. De igual manera debían dedicar el templo del monte Garizín a Dios Hospitalario, conforme a los deseos de los habitantes del lugar. 2MC006003 Esta agravación del mal fue penosa e insoportable, incluso para la masa. 2MC006004 El Templo se vio invadido por las orgías de los paganos que venían a divertirse con las prostitutas; en los pórticos se efectuaba el comercio sexual. 2MC006005 Además, introducían en el Templo cosas no permitidas por la Ley; el altar estaba cubierto de víctimas impuras, prohibidas por las leyes. 2MC006006 Ya no se permitía celebrar el sábado u observar las costumbres de nuestros padres; no podía uno ni siquiera declarar que era judío. 2MC006007 Por el contrario, eran obligados a celebrar mensualmente el día del rey con un sacrificio. Así cuando llegaban las fiestas de Dionisio, eran obligados a seguir su desfile y a ponerse coronas de flores. 2MC006008 Por sugerencia de los habitantes de Tolemaida, se envió un decreto a las ciudades griegas vecinas ordenándoles que procedieran de la misma forma contra los judíos que ahí vivían, y que éstos participaran en el sacrificio. 2MC006009 Los que no quisieran adoptar las costumbres griegas serían degollados. Entonces se pudo apreciar la magnitud de los males que se venían encima. 2MC006010 Dos mujeres fueron denunciadas por haber hecho sobre sus hijos el rito de la circuncisión. Las hicieron pasear por toda la ciudad con sus hijos atados a los pechos. Después las arrojaron por la muralla. 2MC006011 Otros que se habían ocultado en una cueva para celebrar el sábado, fueron denunciados a Filipo y quemados, sin que se defendieran por respeto al sábado. 2MC006012 Ruego a los lectores de este libro que no se escandalicen por estas desgracias. Consideren que no sucedió esto para destrucción, sino para educación de nuestra raza. 2MC006013 Es que Dios demuestra su benevolencia cuando no deja que los pecadores sigan pecando durante largo tiempo, sino que, al contrario, interviene pronto para castigarlos. 2MC006014 Tratándose de los demás pueblos, Dios espera pacientemente que colmen la medida de sus pecados para darles el castigo. Mientras que con nosotros procede de una manera diferente, 2MC006015 pues no espera para castigarnos que hayamos colmado la medida. 2MC006016 Por eso nunca aparta su misericordia de nosotros, y no abandona a su pueblo, incluso cuando nos castiga mediante la adversidad. 2MC006017 Sirva lo anterior como una manera de hacer resaltar estas verdades. Y ahora continuemos el relato. 2MC006018 Eleazar, uno de los principales maestros de la Ley, ya anciano y de noble aspecto, fue obligado, abriéndole la boca a la fuerza, a comer carne de cerdo. 2MC006019 Pero él prefirió una muerte honrosa a una vida infame. Fue voluntariamente al sacrificio y lo golpearon hasta que murió. 2MC006020 Escupió el pedazo de carne con valentía, como lo deben hacer los que no desean hacer cosas prohibidas, aun a riesgo de perder la vida. 2MC006021 Los que presidían ese banquete impío lo tomaron aparte, pues lo conocían desde hacía mucho tiempo, y trataron de convencerlo que simulara comerse aquella carne, pero que comiera en realidad cosas permitidas preparadas por él mismo. 2MC006022 De esta manera se libraría de la muerte, aprovechando esta benevolencia de sus amigos de siempre. 2MC006023 El prefirió tomar una noble resolución que correspondía a su ancianidad y a la vida irreprochable que había llevado desde su niñez. Pero, sobre todo por respeto a las santas leyes establecidas por Dios, respondió que mejor lo enviaran al lugar de los muertos. Y añadió: “A nuestra edad sería indigno disimular, 2MC006024 pues muchos jóvenes creerían que yo, a los noventa años, me he pasado a las costumbres paganas. 2MC006025 Con esta simulación, y por miedo a perder lo poco de vida que me queda, yo los llevaría a traicionar también a ellos, deshonrándome en mi vejez. 2MC006026 Aunque ahora me salvara de los hombres, no me salvaría, sea vivo o muerto, de las manos del Todopoderoso. 2MC006027 Por tanto, prefiero sacrificar mi vida con valentía, portándome como corresponde a mi vejez. 2MC006028 Así dejaré a los jóvenes un ejemplo generoso, muriendo valientemente por las sagradas y santas leyes.” Habiendo esto, se entregó al suplicio. 2MC006029 Los que mandaban consideraron lo que hablaba como una locura, y cambiaron su suavidad anterior por dureza. 2MC006030 El, ya casi al morir, dijo, gimiendo: “El Dios Santo, que todo lo ve, sabe que pudiendo librarme de la muerte sufro en mi cuerpo tormentos atroces. Mas en mi alma sufro gustoso por el respeto que le tengo.” 2MC006031 Y con su muerte dejó un ejemplo de nobleza y un monumento de virtud y fortaleza, no solamente a los jóvenes sino a toda la nación. 2MC007001 También arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey quiso obligarlos, haciéndolos azotar con nervios de buey, a que comieran carne de cerdo, prohibida por la Ley. 2MC007002 Uno de ellos, hablando en nombre de todos, dijo: “¿Qué quieres preguntarnos y saber? Estamos prontos a morir antes que a quebrantar la ley de nuestros antepasados.” 2MC007003 El rey se enfureció e hizo poner al fuego ollas y sartenes. 2MC007004 Cuando estuvieron ardientes, ordenó que cortaran la lengua al que había hablado en nombre de todos, le arrancaran la piel de la cabeza y le cortaran pies y manos a la vista de sus hermanos y de su madre. 2MC007005 Cuando estuvo completamente mutilado, el rey ordenó que, estando todavía vivo, lo acercaran al fuego y lo echaran en una sartén. Mientras el vapor de la sartén se esparcía a lo lejos, los otros se daban valor mutuamente y con la madre para morir con valentía. 2MC007006 Y decían: “El Señor Dios todo lo ve y, en realidad, tiene compasión de nosotros, tal como lo anunció Moisés en su cántico. En él dice claramente: El Señor tendrá piedad de sus servidores.” 2MC007007 Cuando el primero dejó de este modo la vida, trajeron al suplicio al segundo. Después de haberle arrancado la piel de la cabeza con los cabellos, le preguntaron: “¿Qué prefieres comer, carne de cerdo o ser torturado en todo tu cuerpo?” 2MC007008 El contestó en la lengua de sus padres: “No comeré.” Por lo cual fue también sometido a la tortura. 2MC007009 En el momento de entregar el último suspiro dijo: “Asesino, nos quitas la presente vida, pero el Rey del mundo nos resucitará. Nos dará una vida eterna a nosotros que morimos por sus leyes.” 2MC007010 Después de esto, castigaron al tercero. Presentó la lengua tan pronto como se lo mandaron, y extendió sus manos con intrepidez, 2MC007011 tuvo además el valor de declarar: “De Dios he recibido estos miembros, pero por amor a sus leyes los desprecio, y de Dios espero recobrarlos.” 2MC007012 El propio rey y su corte se conmovieron por el valor de ese joven que despreciaba sus sufrimientos. 2MC007013 Una vez muerto éste, sometieron al cuarto a las mismas torturas. 2MC007014 A punto de expirar, se expresó así: “Más vale morir a manos de los hombres y aguardar las promesas de Dios que nos resucitará; tú, en cambio, no tendrás parte en la resurrección para la vida.” 2MC007015 Trajeron en seguida al quinto y lo torturaron. 2MC007016 Pero él, fijando los ojos en el rey, le decía: “Aunque mortal, tienes la autoridad sobre los hombres y haces lo que quieres. Sin embargo, no pienses que nuestra raza esté abandonada por Dios. 2MC007017 Espera un poco y verás su gran poder, cuando te atormente a ti y tus descendientes.” 2MC007018 Después de éste trajeron al sexto, quien dijo a punto de morir: “No te equivoques. En verdad, es por causa de nosotros mismos que sufrimos todo esto, porque pecamos contra nuestro propio Dios; por eso nos han pasado cosas asombrosas. 2MC007019 Pero tú no te imagines que vas a quedar impune después de haber hecho la guerra a Dios.” 2MC007020 Por encima de todo se debe admirar y recordar a la madre de ellos, que vio morir a sus siete hijos en el espacio de un día. Lo soportó, sin embargo, e incluso con alegría, por la esperanza que ponía en el Señor. Llena de nobles sentimientos, 2MC007021 animaba a cada uno de ellos en el idioma de sus padres. Estimulando con ardor varonil sus reflexiones de mujer, les decía: 2MC007022 “No me explico cómo nacieron de mí; no fui yo la que les dio el aliento y la vida; no fui yo la que les ordenó los elementos de su cuerpo. 2MC007023 Por eso, el Creador del mundo, que formó al hombre en el comienzo y dispuso las propiedades de cada naturaleza, les devolverá en su misericordia el aliento y la vida, ya que ustedes los desprecian ahora por amor a sus leyes.” 2MC007024 Antíoco pensó que se burlaba de él y sospechó que eran palabras injuriosas. Mientras el menor seguía con vida, no sólo trató de ganarlo con palabras, sino que con juramentos le prometía hacerlo rico y feliz, con tal de que abandonara las tradiciones de sus padres; lo haría su amigo y le confiaría altos cargos. 2MC007025 Pero, como el joven no le hacía ningún caso, el rey mandó llamar a la madre y la invitó a que aconsejara a su hijo para salvar su vida. 2MC007026 Después de pedírselo dos veces el rey, ella aceptó convencer a su hijo. 2MC007027 Se inclinó sobre él y, burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua patria: “Hijo ten compasión de mí, que durante nueve meses te llevé en mi seno y te he amamantado durante tres años, te crié y te eduqué hasta el día de hoy. 2MC007028 Te pido, hijo que mirando al cielo y a la tierra y a cuanto hay en ella, conozcas que de la nada hizo Dios todo esto y también el género humano fue hecho así. 2MC007029 No temas a ese verdugo, sino que, haciéndote digno de tus hermanos, recibe la muerte para que vuelva yo a encontrarte con tus hermanos en el tiempo de la misericordia.” 2MC007030 En cuanto ella terminó de hablar, el joven dijo: “¿Qué esperan? No obedezco las órdenes del rey sino los preceptos de la Ley dada a nuestros padres por Moisés. 2MC007031 Y tú, que has inventado tantos suplicios en contra de los hebreos, no escaparás de las manos de Dios. 2MC007032 Sepas que nosotros padecemos por nuestros pecados; 2MC007033 es verdad que nuestro Señor, que vive, está por breve tiempo enojado para castigarnos y corregirnos, pero de nuevo se reconciliará con sus siervos. 2MC007034 Y tú, el más criminal e impío de los hombres, no te pongas orgulloso, ni te dejes arrastrar por tus vanas esperanzas. No levantes tu mano contra los hijos del Cielo, 2MC007035 porque todavía no has escapado del juicio de Dios, que todo lo puede y todo lo ve. 2MC007036 Ahora mis hermanos han terminado de sufrir un breve tormento por una vida que no se agotará; están ahora en la amistad de Dios. Tú, en cambio, sufrirás las penas merecidas por tu soberbia. 2MC007037 Yo con mis hermanos entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes de mis padres, invocando a Dios para que pronto se apiade de nuestra raza, y tú, con tormentos y azotes, llegues a confesar que él es el único Dios. 2MC007038 Que en mí y en mis hermanos se detenga la cólera del Todopoderoso, que justamente descarga sobre toda nuestra raza.” 2MC007039 Muy enojado el rey, se enfureció contra éste más que contra los otros, muy molesto por sus sarcásticas burlas. 2MC007040 Así murió también éste sin mancha, plenamente confiado en Dios. 2MC007041 Después de todos sus hijos murió también la madre. 2MC007042 Todo lo dicho sea bastante para tener noticias de lo acontecido en torno a los sacrificios paganos y de los suplicios que superaron toda imaginación. 2MC008001 Entretanto Judas, por sobrenombre Macabeo, y los que estaban con él, entraban secretamente en los pueblos, llamaban a sus parientes y, reuniendo a los que habían permanecido fieles al Judaísmo, llegaron a juntar seis mil hombres. 2MC008002 Rogaban al Señor que mirara por aquel pueblo que todos pisoteaban, que tuviera piedad del Santuario profanado por hombres impíos, 2MC008003 que se compadeciera de la ciudad destruida y a punto de ser arrasada y que escuchara las voces de la sangre que clamaba hacia él; 2MC008004 que no se olvidara de la injusta matanza de niños inocentes y manifestara su indignación contra aquellos que habían insultado su Nombre. 2MC008005 El Señor cambió su aversión en misericordia; en cuanto el Macabeo organizó su tropa, se hizo irresistible a los paganos. 2MC008006 Así, pues, Judas, llegando de improviso, incendiaba ciudades y pueblos, se apoderaba de los lugares estratégicos y ponía en fuga a numerosos enemigos. 2MC008007 Las más de las veces aprovechaba la noche para tales expediciones, pero por todas partes hablaban de él y de su valor. 2MC008008 Al ver Filipo que este hombre progresaba poco a poco y que sus éxitos eran cada día más frecuentes, escribió a Tolomeo, general de Celesiria y Fenicia, para que lo viniera a ayudar en servicio del rey. 2MC008009 Este nombró en seguida a Nicanor, hijo de Patroclo, uno de sus primeros Amigos, y lo envió al frente de unos veinte mil hombres procedentes de todas las naciones, con la orden de acabar con todos los judíos. Puso a su lado a Gorgias, general de mucha experiencia en asuntos de guerra. 2MC008010 Nicanor se proponía obtener dos mil talentos con la venta de esclavos judíos, para pagar el tributo debido por el rey a los romanos. 2MC008011 Así, pues, dio aviso a todas las ciudades del litoral para que vinieran a comprar esclavos por un talento, sin darse cuenta que venía sobre él el castigo del Todopoderoso. 2MC008012 Al saber Judas que Nicanor venía con un gran ejército, lo comunicó a los suyos. 2MC008013 Entonces los cobardes y los que no tenían confianza en la justicia divina se dieron a la fuga. 2MC008014 Otros, en cambio, vendiendo cuanto les quedaba, rogaban a Dios que los librara del impío Nicanor, que los había vendido antes de luchar. 2MC008015 Si no los libraba por sus méritos, que lo hiciera por consideración a la alianza hecha con sus padres y por ese Nombre grande y venerable con el que se bendecía a su pueblo. 2MC008016 El Macabeo, reuniendo y reorganizando sus tropas, en número de seis mil hombres, los exhortaba a no temer al enemigo y a combatir con valentía contra sus injustos agresores, sin tener en cuenta su superioridad numérica. 2MC008017 Les recordó cómo ésos habían profanado el Lugar Santo, exterminado a los habitantes de Jerusalén, y suprimido las instituciones antiguas. 2MC008018 “Ellos, les dijo, vienen confiados en sus armas y en su audacia, pero nosotros tenemos puesta nuestra confianza en Dios Todopoderoso, que puede exterminar con un solo gesto a todos los que nos invaden y aun al mundo entero.” 2MC008019 Les enumeró todas las oportunidades en que Dios había venido en ayuda de sus padres, especialmente cuando hizo perecer ciento ochenta y cinco mil hombres de Senaquerib. 2MC008020 También les recordó lo que sucedió en Babilonia, en la batalla contra los gálatas, pues ese día ocho mil judíos combatían al lado de cuatro mil macedonios y, al encontrarse éstos en apuros, sus aliados judíos exterminaron solos a veinte mil enemigos, con la ayuda que les vino del cielo, y se apoderaron de un gran botín. 2MC008021 Los animó con estas palabras y los dispuso a morir por las leyes y por la patria; 2MC008022 entonces, dividió el ejército en cuatro cuerpos. Al frente de cada uno, puso a sus hermanos: Simón, José y Jonatán, con mil quinientos hombres cada uno. 2MC008023 Mandó leer el Libro Sagrado y dio como contraseña “Auxilio de Dios”; luego él mismo, al frente del primer batallón, cayó sobre Nicanor, 2MC008024 hiriendo y mutilando a muchos; el resto se dio a la fuga. 2MC008025 Se apoderaron del dinero de los que habían venido a comprarlos y los persiguieron durante bastante tiempo. 2MC008026 Pero ya se hacía tarde, y se vieron obligados a volverse porque era la vigilia del sábado. Esta fue la razón por la cual dejaron de perseguir a sus enemigos. 2MC008027 Recogidas las armas y los despojos del enemigo, celebraron el sábado en aquel día en que Dios empezaba a manifestarles su misericordia. 2MC008028 Pasado el sábado, repartieron parte del botín entre los que habían sido torturados, las viudas y los huérfanos. Lo demás se lo repartieron entre ellos y los suyos. 2MC008029 Hecho esto, pidieron al Señor Misericordioso, en una oración pública, que se reconciliara definitivamente con sus siervos. 2MC008030 Después, en un encuentro con el ejército de Timoteo y Báquides mataron a más de veinte mil hombres y se adueñaron de ciudades fortificadas. Repartieron los abundantes despojos por partes iguales entre ellos mismos, los que habían sido torturados, los huérfanos, las viudas y los ancianos. 2MC008031 Las armas tomadas al enemigo se guardaron cuidadosamente en lugares seguros; el resto del botín lo llevaron a Jerusalén. 2MC008032 Mataron al jefe de los guardias de Timoteo, hombre muy criminal que había hecho mucho mal a los judíos. 2MC008033 Después, mientras celebraban la victoria en Jerusalén, quemaron vivos a los que habían quemado las puertas del Templo, incluso a Calístenes, que se había refugiado en una casita. Así le dieron el pago merecido por su impiedad. 2MC008034 El tres veces criminal Nicanor, que había traído miles de negociantes para comprar a los judíos, 2MC008035 quedó humillado con el auxilio de Dios por aquellos mismos que él había despreciado. Despojado de su rico traje, huyendo a través de los campos como fugitivo, llegó a Antioquía demasiado feliz todavía de haber escapado a la destrucción de su ejército. 2MC008036 El que se había propuesto pagar el tributo debido a los romanos con la venta de los judíos, afirmaba ahora que éstos eran invencibles e invulnerables, pues tenían a Alguien que luchaba por ellos siempre que obedecieran las leyes prescritas por él. 2MC009001 Por aquel tiempo, Antíoco tuvo que retirarse apresuradamente de las regiones persas. 2MC009002 Había entrado a una ciudad llamada Persépolis, pero, cuando pretendió saquear el templo y apoderarse de la ciudad, los habitantes se amotinaron y tomaron las armas contra él. Los del lugar echaron a Antíoco y a los suyos, que huyeron muy avergonzados. 2MC009003 Al llegar a Ecbatana le informaron de lo ocurrido en Israel a sus dos generales, Nicanor y Timoteo. 2MC009004 Enfurecido, se propuso hacer pagar a los judíos la ofensa que acababa de recibir en Persépolis cuando lo obligaron a huir. Mandó conductor de su carro que apresurara la marcha y no parara hasta terminar el viaje. Ya el juicio de Dios venía sobre él, pues, orgulloso, decía: “En cuanto llegue a Jerusalén la convertiré en un cementerio de judíos.” 2MC009005 Pero el Señor que todo lo ve, el Dios de Israel, lo castigó con una enfermedad incurable de carácter interno. Acababa de hablar cuando sintió en su estómago un dolor insoportable y comenzó a ser torturado en todo su cuerpo. 2MC009006 Esto era totalmente justo para quien había torturado de igual manera a otros con un sinnúmero de suplicios nuevos. Pero no por eso se puso menos arrogante. 2MC009007 Enfurecido contra los judíos, dio orden de apresurar aún más la marcha. Pero, como su carro corría muy fuerte, Antíoco cayó y se le descompuso todo el cuerpo. 2MC009008 Poco antes pensaba dominar con su orgullosa superioridad desde las montañas hasta el mar. Ahora tenía que ser llevado en una camilla, dando a todos testimonio evidente del poder de Dios. 2MC009009 Tan podrido estaba su cuerpo que hasta gusanos tenía y sus carnes, vivas aún, caían a pedazos entre desgarramientos y dolores. Su fetidez era intolerable y apartaba a todo el ejército. 2MC009010 Nadie se acercaba al que poco antes pensaba tocar los astros del cielo con la mano. Solamente entonces, torturado por aquellas llagas, comenzó a decaer su soberbia. 2MC009011 Al ver que sus dolores aumentaban se dio cuenta que era un castigo de Dios. 2MC009012 Ni él mismo podía soportar su fetidez. Decía: “Es justo someterse a Dios. El mortal no debe igualarse a él.” 2MC009013 Y el desdichado oraba a Dios, cuando éste ya no quería compadecerse de él. Había a Jerusalén para arrasarla y convertirla en un cementerio. 2MC009014 Ahora prometía reconstruirla y declararla ciudad libre. 2MC009015 Ofrecía además igualar con los atenienses a aquellos judíos a los cuales había negado sepultura y que habían de ser arrojados junto con sus hijos a las fieras. Había saqueado el Templo y profanado el lugar sagrado. 2MC009016 Ahora prometía adornarlo ricamente, devolverle en mayor número los vasos sagrados y pagar todos los gastos de los sacrificios. 2MC009017 Y, en fin, prometía que se haría judío y recorrería todos los lugares proclamando el poder de Dios. 2MC009018 Todavía más; como ni aun así disminuían sus dolores, porque había caído sobre él el justo juicio de Dios, desesperado por su salud, escribió a los judíos esta carta suplicante, diciéndoles: 2MC009019 “A los honrados ciudadanos judíos, mucha salud, prosperidad y bienestar de parte del rey y general Antíoco. 2MC009020 Si están ustedes bien, junto con sus hijos y se les cumplen sus deseos, damos gracias al Cielo recordando sus muestras de cariño y benevolencia. 2MC009021 Al volver de Persia enfermé de gravedad, por lo que me ha parecido necesario preocuparme de la seguridad común de todos ustedes. 2MC009022 No desespero de mi situación, antes bien tengo gran esperanza de salir de esta enfermedad 2MC009023 pero consideré que también mi padre, cuando salía para alguna campaña militar hacia las regiones altas, designaba a su futuro sucesor, 2MC009024 para que sus súbditos no se preocuparan si sucedía algún hecho imprevisto, o se anunciaba alguna desgracia, y supieran todos en manos de quién quedaba el poder. 2MC009025 También me doy cuenta que los reyes y príncipes vecinos están espiando la ocasión y esperando el momento oportuno. Por eso, he designado rey a mi hijo Antíoco, a quien ya les había presentado y recomendado a la mayoría de ustedes, cuando tenía que ir a las regiones del norte. A él le he escrito la carta que les comunico. 2MC009026 Les pido, pues, que teniendo en cuenta los beneficios que recibieron de mí todos y cada uno de ustedes, conserven su benevolencia hacia mí y hacia mi hijo. 2MC009027 Estoy seguro de que él, siguiendo mi política con moderación y humanidad, vivirá en buen acuerdo con ustedes.” 2MC009028 De esta forma acabó aquel blasfemo y asesino, sufriendo atroces tormentos. Murió entre montañas y en tierra extraña, con una muerte miserable. 2MC009029 Su compañero Filipo transportó su cuerpo y, luego, se retiró a Egipto, a la corte de Tolomeo Filometor, porque temía al hijo de Antíoco. 2MC010001 Con la ayuda de Dios, el Macabeo y los suyos se apoderaron del Templo y de la ciudad. 2MC010002 Destruyeron los altares levantados por los extranjeros en las plazas, así como en los recintos sagrados. Purificado el Templo, hicieron otro altar y, después de sacar fuego del pedernal, ofrecieron sacrificios 2MC010003 tras dos años de interrupción. De nuevo, quemaron incienso, prendieron las lámparas y colocaron los panes de la presencia. 2MC010004 Hecho esto, tirados en el suelo, le pedían al Señor que no les mandara más tales desgracias y que, si llegaban de nuevo a pecar, los corrigiera con suavidad y no los entregara, otra vez, en manos de extranjeros blasfemos y feroces. 2MC010005 Sucedió que la purificación del Templo tuvo lugar en la misma fecha en que los extranjeros lo habían profanado, es decir, el veinticinco del mes de Casleu. 2MC010006 Por ocho días, celebraron con alegría la fiesta, de la misma manera que se celebra la fiesta de las Chozas, recordando cómo, poco tiempo antes, por esa misma fecha, andaban escondiéndose en los cerros y cuevas, como si fueran fieras. 2MC010007 Por ello, llevando tirsos, ramas verdes y palmas, entonaban himnos a Aquel que había llevado a buen término la purificación de su Lugar Santo. 2MC010008 Por votación pública decidieron que la nación entera de los judíos conmemorara todos los años este acontecimiento. 2MC010009 Acabamos de decir cuál fue el fin de Antíoco llamado Epífanes. 2MC010010 Vamos ahora a narrar los acontecimientos sucedidos bajo Antíoco Eupátor, hijo del impío, resumiendo las desgracias debidas a las guerras. 2MC010011 En efecto, una vez heredado el reino, puso al frente de sus asuntos a Lisias, también general supremo de Celesiria y Fenicia. 2MC010012 Pues bien, Tolomeo, llamado Macrón, fue el primero en hacerles justicia a los judíos, y, conmovido por las injusticias que con ellos se cometían, trató de solucionarles satisfactoriamente todos sus problemas. 2MC010013 Pero los Amigos del rey Eupátor tomaban pretexto de esto para acusarlo ante el rey. Lo llamaban continuamente traidor, recordando que había abandonado la isla de Chipre, que Filometor le había confiado, para pasarse al partido de Antíoco Epífanes. Al poder desempeñar con decoro tan alto cargo, desesperado, se envenenó y así acabó con su vida. 2MC010014 Fue entonces cuando Gorgias, nombrado general de aquellas regiones, comenzó a pagar tropas que hostigasen sin tregua a los judíos. 2MC010015 Entonces, también los idumeos, dueños de fortalezas muy importantes, hostigaban a los judíos y, acogiendo a los fugitivos de Jerusalén, procuraban prolongar la guerra. 2MC010016 Los partidarios del Macabeo, después de suplicar y pedir al Señor que viniera a combatir a su lado, atacaron las fortalezas de los idumeos. 2MC010017 Dieron el asalto y las plazas fuertes cayeron en su poder. Rechazaron a los que peleaban en la muralla, degollando a cuantos caían en sus manos, y mataron más de veinte mil hombres. 2MC010018 No menos de nueve mil se refugiaron en dos torres muy bien fortificadas con todo lo necesario para resistir un asedio prolongado. 2MC010019 El Macabeo, dejando a Simón, José Zaqueo y a los que con ellos estaban, con fuerzas suficientes para mantener el asedio, se marchó donde más falta hacía su presencia. 2MC010020 Los hombres de Simón, seducidos por la avaricia, se dejaron comprar a precio de plata por los de las torres y a cambio de sesenta mil monedas permitieron que escapara un cierto número de ellos. 2MC010021 Apenas el Macabeo lo supo, reunió a los jefes del pueblo y acusó a esos hombres por haber vendido a sus hermanos por dinero y haber dejado escapar libres a sus enemigos. 2MC010022 Los condenó a muerte por traidores y en seguida se apoderó de las torres. Mató a más de veinte mil en las dos fortalezas, 2MC010023 dando así feliz remate a las empresas que había emprendido. 2MC010024 Timoteo, que había sido vencido antes por los judíos, reunió numerosas fuerzas extranjeras y un gran número de caballos traídos de Asia y se presentó con la intención de conquistar Judea por las armas. 2MC010025 Ante su avance, los hombres del Macabeo, suplicando a Dios, se cubrieron de polvo la cabeza y se vistieron de saco. 2MC010026 Y, postrándose al pie del altar, pedían a Dios que se portara bien con ellos y mal con sus enemigos; que se hiciera adversario de sus adversarios, como está escrito en la Ley. 2MC010027 Terminada la oración, tomaron las armas y se alejaron de la ciudad, pero, cuando llegaron cerca del enemigo, se detuvieron. 2MC010028 Apenas salido el sol, se entabló la batalla. Unos llevaban como garantía de éxito y victoria, además de su valor, la confianza en su Señor; otros combatían inspirados por el odio. 2MC010029 En lo más encarnizado de la batalla se aparecieron desde el cielo a los enemigos cinco hombres resplandecientes que, montados sobre caballos con bridas de oro, encabezaban a los judíos. 2MC010030 Rodeando al Macabeo, lo defendían con sus armas, haciéndolo invulnerable, y al mismo tiempo lanzaban flechas y rayos contra los enemigos, que caían y se dispersaban en el mayor desorden, heridos de ceguera. 2MC010031 Murieron veinte mil quinientos de a pie y seiscientos jinetes. 2MC010032 Timoteo se refugió en una fortaleza muy bien guardada llamada Gázara, donde mandaba Quereas. 2MC010033 Las fuerzas del Macabeo asediaron con gran valentía la fortaleza durante cuatro días. 2MC010034 Los de dentro, confiados en la solidez de la fortaleza, proferían insultos y maldiciones. 2MC010035 Cuando amaneció el quinto día, veinte jóvenes de las tropas del Macabeo, enfurecidos por las blasfemias que oían, se lanzaron valientemente contra la muralla y con salvaje furia mataron a cuantos se les ponían delante. 2MC010036 Otros aprovecharon esta diversión para subir también a la muralla, prendieron fuego a las torres y, encendiendo hogueras, quemaron vivos a los blasfemos. Los primeros echaron a tierra las puertas para que entrara el resto del ejército, y se apoderaron de la ciudad. 2MC010037 Mataron Timoteo, que se había escondido en un pozo, así como su hermano Quereas y Apolófanes. 2MC010038 Al término de estas hazañas entonaron himnos y alabanzas al Señor, que había engrandecido Israel y le había dado la victoria. 2MC011001 Poco tiempo después, Lisias, tutor y pariente del rey, que era jefe del gobierno, muy disgustado por todo lo sucedido, 2MC011002 reunió casi ochenta mil hombres y todas las fuerzas de caballería, y se puso en marcha contra los judíos, con la intención de hacer de la ciudad de Jerusalén una población de griegos, 2MC011003 convertir el Templo en fuente de ingresos, como los demás santuarios de los paganos, y poner cada año en venta el cargo de sumo sacerdote. 2MC011004 No tomaba en cuenta, para nada, el poder de Dios. Subió con sus regimientos de infantería, sus millares de jinetes y sus ochenta elefantes, 2MC011005 entró en Judea, se acercó a Betsur, ciudad fuerte a unos kilómetros de Jerusalén, y la sitió. 2MC011006 Cuando los hombres del Macabeo supieron que se ponía sitio a sus ciudades fuertes, suplicaron al Señor junto con todo el pueblo, en medio de gemidos y lágrimas, que enviara un ángel bueno para salvar a Israel. 2MC011007 El Macabeo en persona tomó el primero las armas y exhortó a los demás a que, juntamente con él, afrontaran el pelibro y ayudaran a sus hermanos. 2MC011008 Partieron todos juntos, llenos de entusiasmo. Cuando estaban cerca de Jerusalén, apareció, poniéndose al frente de ellos, un jinete vestido de blanco, con armadura de oro. 2MC011009 Todos a una voz bendijeron entonces a Dios misericordioso y sintieron enardecerse sus ánimos, dispuestos no sólo a acometer a hombres, sino aun a las fieras más salvajes y a murallas de hierro. 2MC011010 Avanzaban equipados con este aliado enviado del cielo, pues el Señor se había compadecido de ellos. 2MC011011 Se lanzaron como leones sobre los enemigos, abatieron once mil hombres de a pie y mil seiscientos jinetes, 2MC011012 y obligaron a huir a los demás. La mayoría de ellos huyeron heridos y desarmados. Hasta el mismo Lisias, para poder salvarse, huyó vergonzosamente. 2MC011013 Lisias, que era hombre inteligente, reflexionando sobre la derrota que había sufrido, comprendió que los hebreos eran invencibles, porque el Dios poderoso luchaba con ellos. 2MC011014 Entonces les mandó un mensajero para convencerlos de que aceptaran la paz con toda clase de condiciones justas, comprometiéndose a persuadir al rey a que se reconciliara con ellos. 2MC011015 El Macabeo aceptó la oferta de Lisias, mirando el bien común. En efecto, el rey concedió todo cuanto el Macabeo exigió a Lisias por escrito. 2MC011016 La carta de Lisias decía así: “Lisias, pueblo judío, salud. 2MC011017 Juan y Absalón, embajadores de ustedes, nos han entregado sus peticiones por escrito, pidiéndonos una respuesta. 2MC011018 He expuesto rey cuanto era conveniente, y lo que era de competencia mía lo he concedido. 2MC011019 Por consiguiente, si ustedes mantienen su buena voluntad hacia el Estado, también yo procuraré en adelante colaborar en favor de ustedes. 2MC011020 En cuanto a los detalles, tengo dada orden a sus enviados y a los míos que los discutan con ustedes. 2MC011021 Sigan bien. Año ciento cuarenta y ocho, el veinticuatro del mes de Dios Corintio.” 2MC011022 La carta del rey decía lo siguiente: “El rey Antíoco saluda a su hermano Lisias. 2MC011023 Al tomar la sucesión de nuestro padre, que pasó a donde viven los dioses, deseamos que todos nuestros súbditos vivan sin inquietudes y se puedan dedicar cada uno a sus propias ocupaciones. 2MC011024 Habiendo oído que los judíos no están de acuerdo en adoptar las costumbres griegas, como era voluntad de mi padre, y ruegan se les permita vivir según sus leyes; 2MC011025 deseando por nuestra parte que esta nación viva en paz, hemos decretado que les sea restituido el Templo y se les deje vivir según las leyes y costumbres de sus padres. 2MC011026 Harás bien, pues, si envías embajadores para pactar la paz con ellos. Que sepan nuestro firme propósito y, así, se tranquilicen y puedan dedicarse con alegría a sus propias ocupaciones.” 2MC011027 La carta del rey al pueblo judío era ésta: “El rey Antíoco al Consejo de los Ancianos y a todo el pueblo judío, salud. 2MC011028 Si gozan de buena salud, nos alegramos de ello, también nosotros estamos bien. 2MC011029 Nos ha informado Menelao que desean volver a sus casas y a sus ocupaciones; por tanto, 2MC011030 decreto una amnistía para todos los que vuelvan antes del treinta del mes xántico. 2MC011031 Los judíos podrán en adelante vivir según sus costumbres en cuanto a las comidas y gobernarse por propias leyes como antes. Ninguno de ellos será molestado en modo alguno por su conducta anterior. 2MC011032 He mandado a Menelao para que los tranquilice. 2MC011033 Les deseo buena salud. El año ciento cuarenta y ocho, el día quince del mes xántico.” 2MC011034 También los romanos les enviaron una carta con el siguiente contenido: “Quinto Memmio y Tito Mnaio, enviados de los romanos, saludan al pueblo judío. 2MC011035 Todo lo que Lisias, pariente del rey, les ha concedido, también nos parece bien a nosotros. 2MC011036 Referente a lo que Lisias creyó conveniente informar y consultar con el rey, 2MC011037 estudien ustedes con cuidado el asunto y mándennos en seguida a alguien, a fin de que nosotros podamos exponerle al rey todo de un modo favorable para ustedes, pues ahora nos dirigimos a Antioquía. Dense pues, en enviarnos a algunos de ustedes para que conozcamos sus planteamientos. 2MC011038 Les deseamos buena salud. El quince del mes xántico del año ciento cuarenta y ocho.” 2MC012001 Concluidos estos pactos, Lisias volvió junto al rey y los judíos comenzaron a dedicarse a las labores del campo. 2MC012002 Pero los jefes de las diversas regiones, Timoteo y Apolonio, hijo éste de Geneo, así como Jerónimo y Demófenes, además de Nicanor, jefe de los chipriotas, no los dejaban gozar de paz y reposo. 2MC012003 Además, los habitantes de Jafa cometieron este enorme crimen: con pretexto de agradar a los judíos que vivían entre ellos, la ciudad decidió que harían un paseo, junto con sus mujeres e hijos, en unas naves que tenían preparadas. 2MC012004 Disimularon sus malas intenciones y los judíos aceptaron, para mostrar sus deseos de convivencia pacífica y su ausencia de recelos. Pero, cuando se hallaron en alta mar, los echaron al agua y perecieron como doscientas personas. 2MC012005 Cuando Judas Macabeo se enteró de la crueldad cometida con sus compatriotas, se lo comunicó a sus hombres; y después de invocar a Dios, justo juez, 2MC012006 se puso en camino contra los asesinos de sus hermanos, incendió por la noche el puerto, quemó las embarcaciones y pasó a cuchillo a los que se habían refugiado allí. 2MC012007 Pero, como cerraron las puertas, no pudo entrar en la ciudad y se retiró con intención de volver otra vez y exterminar por completo a todos los habitantes de Jafa. 2MC012008 Supo, entre tanto, que los habitantes de Jamnia querían actuar de la misma forma con los judíos que allí habitaban. 2MC012009 Atacó también de noche a los jamnitas e incendió el puerto y las naves; el incendio fue tal que el resplandor se veía desde Jerusalén a distancia de cincuenta kilómetros. 2MC012010 Se alejaron de allí para marchar contra Timoteo, pero, a unos dos kilómetros, los atacaron cinco mil árabes apoyados por quinientos jinetes. 2MC012011 Se armó una sangrienta batalla en la cual los hombres de Judas salieron vencedores con la ayuda de Dios. Los vencidos pidieron la paz: se comprometían a darles ganado y ayudarlos en adelante. 2MC012012 Judas, convencido de que, en efecto, podrían serles útiles, hizo la paz con ellos, y se retiraron a sus campamentos. 2MC012013 Judas atacó una ciudad fortificada con fosos y murallas llamada Caspin. Vivían en ella gentes de todas las razas. 2MC012014 Los sitiados, que se sentían seguros por la robustez de los muros y porque tenían sus almacenes llenos de alimentos, despreciaban y trataban groseramente con insultos a los hombres de Judas. Además, proferían blasfemias y palabras sacrílegas. 2MC012015 Los hombres de Judas, después de invocar al gran Soberano del mundo, que sin máquinas de guerra había derribado los muros de Jericó en tiempo de Josué, se lanzaron ferozmente contra los muros. 2MC012016 Dios quiso que se apoderaran de la ciudad, y entonces hicieron tal carnicería que el lago vecino, de quinientos metros de largo, parecía lleno de sangre. 2MC012017 Tras una marcha de ciento cincuenta kilómetros, llegaron a Jaraca, donde los judíos llamados tubienses. 2MC012018 Allí no pudieron encontrar a Timoteo, pues éste se había ido sin haber conseguido nada, dejando en el lugar una guarnición muy fuerte. 2MC012019 Dositeo y Sosípatro, jefes de las tropas del Macabeo, marcharon contra ellos y exterminaron la guarnición de más de diez mil hombres dejados por Timoteo. 2MC012020 El Macabeo, entonces, ordenando su ejército en batallones, puso a aquellos dos a su cabeza y se lanzó contra Timoteo, que tenía consigo veinte mil hombres de infantería y dos mil quinientos jinetes. 2MC012021 Al saber Timoteo que Judas venía contra él, envió a las mujeres y a los niños y buena parte del equipaje a una fortaleza llamada Carnión, lugar inexpugnable y de difícil acceso, porque estaba rodeado de profundos desfiladeros. 2MC012022 Cuando se presentó el primer batallón de Judas, el miedo y el pánico se apoderaron de los enemigos como consecuencia de una aparición de Aquel que todo lo ve. Emprendieron la fuga, unos por un lado, y otros, por otro, de manera que eran arrastrados por sus propios compañeros y heridos por sus mismas espadas. 2MC012023 Judas los perseguía con furia y ardor, acuchillando a aquellos criminales, de los que mató a tres mil. 2MC012024 Timoteo vino a caer en manos de las tropas de Dositeo y Sosípatro. Pidió con gran astucia que lo dejaran libre, pues, decía, estaban en su poder los padres y hermanos de muchos judíos, y serían aniquilados con toda certeza si a él le quitaban la vida. 2MC012025 Cuando los hubo convencido, a fuerza de palabras, de que los devolvería sanos y salvos a sus hermanos, lo dejaron libre. 2MC012026 Luego partió Judas hacia Carnión y Atargateión y allí dio muerte a veinticinco mil hombres. 2MC012027 Después de haber derrotado y destruido a estos enemigos, dirigió una expedición contra la ciudad amurallada de Efrón, donde se había establecido Lisias con gente de todas las razas. Jóvenes robustos, apostados ante las murallas, combatían con valor. En el interior había muchas reservas de máquinas y proyectiles de guerra. 2MC012028 Después de invocar al Señor, que aplasta con energía las fuerzas de los enemigos, los judíos se apoderaron de la ciudad y mataron unos veinticinco mil de los que estaban dentro. 2MC012029 Partiendo de allí, fueron hasta Escitópolis, ciudad que está a ciento veinte kilómetros de Jerusalén. 2MC012030 Pero como los judíos que allí vivían atestiguaron que los habitantes de aquella ciudad se habían portado bien con ellos y les habían dado buena acogida en los tiempos en que estaban perseguidos, 2MC012031 Judas y los suyos se lo agradecieron y les exhortaron a que también en lo sucesivo fueran benévolos con los de su raza. Hecho esto, se volvieron a Jerusalén, pues ya estaba cerca la fiesta de las Semanas, o sea, Pentecostés. 2MC012032 Después de la fiesta llamada de Pentecostés marcharon contra Gorgias, gobernador de Idumea. 2MC012033 Este salió a su encuentro con tres mil hombres de infantería y cuatrocientos jinetes. 2MC012034 Entablada la batalla, cayeron algunos de los judíos. 2MC012035 Dositeo, jinete de las tropas de Bacenor, hombre muy valiente, agarró a Gorgias por su capa y lo traía con fuerza porque quería capturar vivo a aquel criminal; pero un jinete tracio se echó sobre él y le partió el hombro, así que Gorgias pudo huir hacia Marisá. 2MC012036 Judas vio que los hombres de Esdrías estaban muy cansados, pues llevaban mucho tiempo luchando. Por eso suplicó al Señor que se hiciera su aliado y los encabezara en el combate. 2MC012037 Luego entonó en su lengua patria un himno guerrero, irrumpió de improviso en las tropas de Gorgias y las derrotó. 2MC012038 Judas, después de reorganizar el ejército, se dirigió hacia la ciudad de Odolam. Como era fin de semana, se purificaron y celebraron allí el sábado. 2MC012039 Al día siguiente buscaron a Judas para ir a recoger los cuerpos de los muertos y a sepultarlos con los suyos en los sepulcros de sus padres. 2MC012040 Bajo la túnica de cada muerto encontraron objetos consagrados a los ídolos de Jamnia, prohibidos por la Ley a los judíos. Comprendieron entonces por qué habían muerto. 2MC012041 Todos se admiraron de la intervención del Señor, justo juez que saca a luz las acciones más secretas, 2MC012042 y rezaron al Señor para que perdonara totalmente ese pecado a sus compañeros muertos. El valiente Judas exhortó a sus hombres a que evitaran en adelante tales pecados, pues acababan de ver con sus propios ojos lo que sucedía a los que habían pecado. 2MC012043 Efectuó entre sus soldados una colecta y entonces envió hasta dos mil monedas de plata a Jerusalén a fin de que allí se ofreciera un sacrificio por el pecado. Todo lo hicieron muy bien inspirados por la creencia de la resurrección, 2MC012044 pues si no hubieran creído que los compañeros caídos iban a resucitar, habría sido cosa inútil y estúpida orar por ellos. 2MC012045 Pero creían firmemente en una valiosa recompensa para los que mueren como creyentes; de ahí que su inquietud era santa y de acuerdo con la fe. 2MC012046 Esta fue la razón por la cual Judas ofreció este sacrificio por los muertos; para que fueran perdonados de su pecado. 2MC013001 En el año ciento cuarenta y nueve, los hombres de Judas se enteraron de que Antíoco Eupátor venía contra Judea con innumerables tropas, 2MC013002 y que con él venía Lisias, su tutor y jefe del gobierno. Cada uno de ellos mandaba un ejército griego de ciento diez mil hombres de infantería, cinco mil trescientos jinetes, veintidós elefantes y unos trescientos carros de guerra con hoces. 2MC013003 A ellos se unió Menelao, quien con toda mala intención incitaba a Antíoco, pues no buscaba la libertad de su patria, sino que esperaba que le dieran de nuevo el cargo de sumo sacerdote. 2MC013004 Pero el Rey de Reyes despertó la ira de Antíoco contra ese malvado, cuado Lisias hizo ver al rey que Menelao era la causa de todos los males. Entonces, rey ordenó que lo llevaran a Berea y le dieran muerte según la costumbre de aquel lugar. 2MC013005 Hay allí una torre de veinticinco metros de altura, llena de cenizas ardientes, provista de un dispositivo giratorio en la cúspide, en pendiente por todos los lados hacia la ceniza. 2MC013006 Al que ha robado alguna cosa sagrada o ha cometido algún otro crimen horrendo, lo suben arriba y de allí lo precipitan. 2MC013007 De esta forma murió Menelao, sin que ni siquiera pudiera recibir sepultura. 2MC013008 Castigo justísimo para que había cometido tantos delitos contra altar cuyo fuego y cenizas son santos; en la ceniza encontró la muerte. 2MC013009 Venía el rey con el corazón lleno de intenciones malignas, dispuesto a portarse con los judíos más cruelmente de lo que se había portado su padre. 2MC013010 Al saberlo Judas, mandó que su ejército invocara a Dios día y noche, para que, como lo había hecho en otras circunstancias, también ahora viniera en ayuda de los que temían verse privados de su Ley, de su patria y de su Templo, y no permitiera que aquel pueblo, que apenas había comenzado a respirar, 2MC013011 cayera de nuevo en manos de paganos blasfemos. 2MC013012 Una vez que todo el pueblo cumplió la orden, suplicando al Señor misericordioso con lamentaciones, ayunos y oraciones durante tres días seguidos, Judas les habló para darles ánimo, y dio orden de que estuvieran preparados. 2MC013013 Después de reunirse en privado con los Ancianos, acordó partir con los suyos a buscar una decisión por las armas, Dios mediante, antes de que el ejército del rey invadiera Judea y se hiciera dueño de Jerusalén. 2MC013014 Judas, confiado en la decisión del Creador del mundo, animó a sus hombres a combatir heroicamente hasta la muerte por la Ley, el Templo, la ciudad, la patria y las instituciones. Salió con su ejército y acamparon cerca de Modín. 2MC013015 Dio a los suyos esta contraseña: “Victoria de Dios”, y atacó de noche con los más escogidos de los jóvenes de su ejército la tienda del rey, acuchillando hasta dos mil hombres, el mayor de los elefantes y su guía. 2MC013016 Dejaron el campamento lleno de miedo y confusión y se retiraron después de un completo éxito. 2MC013017 Todo quedó concluido al amanecer por la protección eficaz de Dios. 2MC013018 Viendo el rey la audacia de los judíos, procuró adueñarse de sus fortalezas, valiéndose de estratagemas. 2MC013019 Llegó ante Betsur, ciudad bien defendida por los judíos; la atacó, pero fue rechazado y derrotado. 2MC013020 Judas hacía llegar a los defensores de la ciudad todo lo que les hacía falta. 2MC013021 Ródoco, uno de los hombres de Judas, entregaba datos secretos al enemigo. Fue buscado, capturado y ejecutado. 2MC013022 El rey volvió a tener contacto con los defensores de Betsur, hizo la paz con ellos y se retiró. Atacó a las tropas de Judas, pero fue derrotado. 2MC013023 Supo entonces que Filipo, a quien había dejado en Antioquía como jefe del gobierno, se había rebelado, y quedó consternado. Pidió la paz a los judíos y juró complacer sus justas peticiones; 2MC013024 se reconcilió con ellos, ofreció sacrificios, llenó de honores el Templo y se mostró generoso con el Lugar Santo. Se del Macabeo y dejó a Hegemónides como gobernador desde Tolemaida hasta el país de los gueraínos. 2MC013025 Vino a Tolemaida, donde los habitantes estaban disgustados por aquel acuerdo, pues ellos mismos habían inspirado los decretos que se suprimían. 2MC013026 Pero Lisias subió a la tribuna para defender lo que había decidido; los persuadió, los tranquilizó, los dejó bien dispuestos y partió para Antioquía. Esto es lo que sucedió con la expedición y la retirada del rey. 2MC014001 Después de tres años llegó a los hombres de Judas la noticia de que Demetrio, hijo de Seleuco, había desembarcado en Trípoli con una gran flota y un poderoso ejército, 2MC014002 que se había hecho dueño del reino y había dado muerte a Antíoco y a su tutor Lisias. 2MC014003 Un tal Alcimo, que antes había sido sumo sacerdote, pero que se había desprestigiado en tiempo de la rebelión, comprendió que de ninguna forma volvería a ser aceptado para el servicio del altar sagrado. 2MC014004 Fue, pues, al encuentro del rey Demetrio, hacia el año ciento cincuenta y uno, y le ofreció una corona de oro, una palma y además unos ramos de olivo del Templo. 2MC014005 Aquel día no pidió nada, pero encontró una ocasión propicia para sus malos designios al ser llamado al consejo de Demetrio. Cuando le preguntaron en qué disposiciones y ánimo se encontraban los judíos, 2MC014006 respondió: “Entre los judíos existe un partido, llamado asideo, encabezado por Judas Macabeo, que fomenta guerras y rebeliones e impide que se restablezca el orden en el país; 2MC014007 por eso yo fui despojado de la dignidad de mis antepasados, el sumo sacerdocio, y vine aquí, 2MC014008 mirando antes que todo los intereses del rey, pero también los de mis compatriotas, pues el fanatismo de esos hombres hunde nuestro pueblo en una gran miseria. 2MC014009 Entérate, oh rey, de todo esto, mira por nuestro país y por nuestra nación asediada por todas partes con esa benevolencia que tú tienes para todos; 2MC014010 pues mientras Judas subsista, le es imposible al Estado alcanzar la paz.” 2MC014011 En cuanto Alcimo dijo esto, los demás Amigos del Rey, que sentían aversión hacia Judas, se apresuraron a incitar a Demetrio contra él. 2MC014012 Designó inmediatamente a Nicanor, que dirigía el escuadrón de elefantes, lo nombró general para Judea 2MC014013 y lo envió con la orden de matar a Judas, dispersar a todos sus hombres y restablecer a Alcimo como sacerdote del Templo sublime. 2MC014014 Los paganos que habían huido de Judea por temor a Judas, acudieron muy numerosos a Nicanor, pensando que las desgracias y la derrota de los judíos serían victoria para ellos. 2MC014015 Cuando los hombres de Judas se enteraron de la venida de Nicanor y de la invasión de los paganos, se cubrieron de polvo, invocando a Aquel que había establecido a su pueblo para siempre y que, en cada oportunidad, protegía a los suyos con milagros manifiestos. 2MC014016 Luego se pusieron en marcha bajo las órdenes de su jefe y la lucha se entabló cerca de Desau. 2MC014017 Simón, hermano de Judas, había atacado a Nicanor, pero sus hombres se desconcertaron de repente ante los enemigos, sufriendo un ligero revés. 2MC014018 Con todo, Nicanor, al tener noticia de la valentía de los hombres de Judas y del valor con que combatían por su patria, temió resolver la situación por la sangre. 2MC014019 Por este motivo, envió a Posidonio, Teodoto y Matatías para concertar la paz. 2MC014020 Después de un maduro examen de las condiciones, el jefe se las comunicó a la tropa y, ante el parecer unánime, aceptaron el tratado de paz. 2MC014021 Fijaron la fecha en que se reunieran los jefes en particular. Se un vehículo por cada lado y prepararon asientos. 2MC014022 Judas dispuso en lugares estratégicos hombres armados, preparados para el caso de que se produjera alguna repentina traición de parte enemiga, pero tuvieron una buena entrevista. 2MC014023 Nicanor pasó un tiempo en Jerusalén sin hacer mal alguno y disolvió a las tropas que en masa se le habían unido. 2MC014024 Siempre tenía a Judas consigo; sentía gran aprecio por él. Le aconsejó que se casara y tuviera hijos. 2MC014025 Judas se casó, y vivía tranquilamente disfrutando de la vida. 2MC014026 Alcimo, viendo el buen entendimiento entre los dos, se hizo una copia del acuerdo pactado y fue donde Demetrio, acusando a Nicanor de actuar en contra de los intereses del Estado, ya que había nombrado ayudante suyo a Judas, el enemigo del reino. 2MC014027 El rey, excitado e influenciado por las calumnias de aquel malvado, se enfureció y escribió a Nicanor para comunicarle su disgusto por el pacto y ordenarle que de inmediato le mandara encadenado a Macabeo a Antioquía. 2MC014028 Cuando supo esto, Nicanor quedó consternado, pues le costaba romper lo pactado, sin que Judas hubiera faltado en algo. 2MC014029 Pero no podía oponerse a las órdenes del rey; por eso, buscaba la ocasión para cumplirlas por medio de algún engaño. 2MC014030 El Macabeo se dio cuenta que Nicanor le daba un trato más reservado y se ponía más duro en las entrevistas acostumbradas, y comprendió que aquella conducta no anunciaba nada bueno. Empezó a reunir a algunos de los suyos y no se dejó ver ya por Nicanor. 2MC014031 Este debió de darse cuenta que Judas se le había escapado sin deslealtad. Sin embargo, se presentó al Templo Santo en el momento en que los sacerdotes ofrecían los sacrificios rituales y les exigió que le entregaran a Judas. 2MC014032 Estos aseguraron con juramento que no sabían dónde estaba el que buscaba. Entonces él extendió la mano hacia el Santuario e hizo este juramento: 2MC014033 “Si no me entregan encadenado a Judas, arrasaré este lugar consagrado a Dios, destruiré el altar y aquí mismo levantaré un espléndido templo a Dionisio.” Y dicho esto se fue. 2MC014034 Los sacerdotes, con las manos tendidas al cielo, invocaron a Aquel que sin cesar defendió nuestra nación, diciendo: 2MC014035 “A ti, Señor del universo, que nada necesitas, te agradó tener entre nosotros un Templo donde moras. 2MC014036 Por eso, pues, conserva siempre limpia de profanación esta casa que acaba de ser purificada.” 2MC014037 Razis, uno de los Ancianos de Jerusalén, fue denunciado a Nicanor como varón muy patriota, de muy buena fama y llamado por su bondad “padre de los judíos”. 2MC014038 En el anterior período de confusión había sido acusado de judaísmo y se había entregado totalmente y con mucho entusiasmo a la defensa del judaísmo. 2MC014039 Pues bien, Nicanor, queriendo mostrar su odio contra los judíos, mandó más de quinientos soldados a tomarlo preso. 2MC014040 Creía que con aprisionarlo daba un grave golpe a los judíos. 2MC014041 Cuando ya los soldados estaban a punto de ocupar la torre y forzar la puerta de entrada (ya mandaban a buscar fuego para incendiarla), Razis, rodeado por todas partes, se hirió en el vientre con su espada. 2MC014042 Prefirió morir valerosamente antes que caer en manos extrañas y sufrir ultrajes indignos de su noble origen. 2MC014043 Pero a causa de su precipitación, no había acertado el golpe y al ver que las tropas ya entraban por las puertas, reunió sus fuerzas para subir a lo alto del muro y se arrojó varonilmente encima de los soldados. 2MC014044 Ellos se retiraron y fue a caer en el espacio vacío. 2MC014045 No había muerto todavía, y encendido en valor, se levantó a pesar de la sangre que perdía por todas partes, y de sus otras heridas, y atravesó corriendo la tropa. Se detuvo sobre una roca abrupta 2MC014046 y allí, casi sin sangre, se agarró los intestinos con ambas manos y los arrojó sobre la muchedumbre y así, invocando el nombre del Señor de la vida y del espíritu, para que se la devolviera un día, dejó la vida. 2MC015001 Nicanor se enteró de que los hombres de Judas estaban en los alrededores de Samaria, y se dispuso a atacarlos con toda seguridad un día sábado. 2MC015002 Los judíos, que por fuerza lo acompañaban, le decían: “No intentes aniquilarlos tan feroz y bárbaremente, ten respeto por el día sábado, pues Aquel que todo lo ve lo distinguió y lo declaró santo.” 2MC015003 Pero el malvado preguntó si en efecto había en el cielo un Soberano que hubiera ordenado santificar el sábado. 2MC015004 Ellos respondieron: “El propio Señor vivo, soberano del cielo, es el que ha mandado celebrar el día séptimo.” 2MC015005 “Pues yo, como soberano sobre la tierra, mando tomar las armas y ejecutar los decretos del rey.” Pero no pudo llevar a cabo sus propósitos impíos. 2MC015006 Nicanor estaba tan seguro de la victoria, que se propuso levantar un monumento con los despojos de Judas y de los suyos. 2MC015007 Este, por su parte, se sentía seguro y confiaba en que Dios le auxiliaría. 2MC015008 Alentaba a los suyos a no temer el ataque de los paganos y a no olvidar las veces que Dios los había ayudado, convencido de que también ahora Dios les daría la victoria. 2MC015009 Levantó sus ánimos con palabras de la Ley y de los profetas, recordándoles los triunfos anteriores. 2MC015010 Animando más y más a sus hombres, terminó demostrando la maldad de los paganos y cómo habían traicionado sus compromisos. 2MC015011 Cada hombre quedó armado no con espada y escudo, sino con la certeza que procede de palabras nobles. Para confirmar todo esto, les narró un sueño digno de fe o, mejor dicho, una visión por la que todos se alegraron. 2MC015012 Había visto a Onías, antiguo jefe de los sacerdotes, hombre atento, bueno, humilde en sus modales, distinguido en sus palabras y que desde niño se había destacado por su conducta irreprochable. Este, con las manos levantadas, estaba orando por toda la comunidad judía. 2MC015013 Luego se le había aparecido, orando en igual forma, un anciano canoso y digno que se distinguía por su buena presencia y su majestuosidad. 2MC015014 Entonces el sumo sacerdote Onías había dicho a Judas: “Este es el que ama a sus hermanos, el que ruega sin cesar por el pueblo judío y por la Ciudad Santa. Es Jeremías, el profeta de Dios.” 2MC015015 Y Jeremías había extendido su mano derecha entregando una espada de oro a Judas, mientras le decía: 2MC015016 “Recibe como regalo de parte de Dios esta espada con la que destrozarás a los enemigos.” 2MC015017 Animados por estas bellísimas palabras de Judas, capaces de estimular el valor y de robustecer las almas jóvenes, decidieron no establecer un campamento con defensas sino lanzarse valerosamente a la ofensiva y resolver la situación luchando con toda valentía, pues estaba en peligro la Ciudad Santa de Jerusalén, la religión y el Templo. 2MC015018 Ellos posponían su preocupación por sus esposas, hijos y familiares. Antes que nada temían por el Templo consagrado a Dios. 2MC015019 En cuanto a los que se habían quedado en la ciudad, su ansiedad no era pequeña, preocupados por la batalla que se iba a dar en el campo. 2MC015020 Todos estaban esperando el próximo desenlace en el momento en que los enemigos iniciaron el ataque; habían dispuesto su ejército, colocado los elefantes en sitio conveniente, y la caballería en las alas. 2MC015021 Entonces el Macabeo contempló la muchedumbre que tenía delante y que los combatía con tantas armas diversas, con el apoyo de feroces elefantes; levantó las manos al cielo e invocó al Señor que obra prodigios, pues bien sabía que da la victoria a los que la merecen y que ésta no depende de las armas, sino de la voluntad de Dios. 2MC015022 Así dijo Judas en su invocación: “Oh Señor, ya enviaste tu ángel en los días de Ezequías, rey de Judá, e hizo perecer a ciento ochenta y cinco mil hombres del ejército de Senaquerib; 2MC015023 envía también ahora, oh Señor del Cielo, tu ángel bueno delante de nosotros para llenar de temor y espanto a nuestros enemigos. 2MC015024 Manifiesta tu poder, y que tu brazo golpee a los que te insultan y vienen a destruir tu pueblo santo.” Así concluyó su oración. 2MC015025 Entre tanto Nicanor y los suyos avanzaban entre el estruendo de las trompetas y los cantos de guerra. 2MC015026 Por su parte, Judas y los suyos entraron en combate con súplicas y oraciones. 2MC015027 Mientras combatían con las manos, con su corazón oraban a Dios, y así, magníficamente confortados con la presencia manifiesta de Dios, mataron a no menos de treinta y cinco mil enemigos. 2MC015028 Terminado el asunto, volvieron gozosos y encontraron a Nicanor muerto, tirado en el suelo con toda su armadura. 2MC015029 Entre gritos y clamores bendijeron a Dios en su lengua materna. 2MC015030 Entonces el que cada vez se había consagrado por entero al bien de sus conciudadanos y nunca había vacilado en el cariño que les tenía, Judas, mandó que cortaran la cabeza de Nicanor y su brazo hasta el hombro y los llevaran a Jerusalén. 2MC015031 Cuando estuvo allí, convocó a sus compatriotas y a los sacerdotes, se puso ante el altar y mandó a buscar a los de la ciudadela; 2MC015032 les mostró la cabeza del criminal Nicanor y la mano que el malvado había levantado orgulloso sobre la misma Casa de Dios; 2MC015033 mandó cortarle la lengua y darla en pedacitos a los pájaros y ordenó colgar la mano frente al santuario para castigarlo de su soberbia. 2MC015034 Entonces bendijeron al Cielo diciendo: “¡Bendito sea el que no dejó que profanaran su Casa Santa!” 2MC015035 Por último, Judas ordenó que la cabeza de Nicanor fuera colgada de la ciudadela como señal manifiesta de la ayuda de Dios. 2MC015036 De común acuerdo, decidieron conmemorar aquella fecha y se fijó como día festivo el día trece del mes doce, llamado Adar en arameo, la víspera del día de Mardoqueo. 2MC015037 Estos fueron los sucesos del tiempo de Nicanor. Como desde aquellos días, la ciudad ha estado en poder de los hebreos, concluiré aquí mi relato. 2MC015038 Si la narración ha sido buena y bien dispuesta, esto es lo que he deseado; mas si ha sido mediocre o imperfecta, es porque no podía hacerlo mejor. Pues sabemos que el placer de los lectores depende del arte con que se dispone el relato y se cuentan los hechos; 2MC015039 pasa igual que para quien toma vino: no vale nada beber vino puro o sólo agua, sino que todo el placer y el contento del que bebe depende del arte con que se mezcló el vino con agua. Esta será mi última palabra.
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